La natación es uno de los deportes más completos que existen. De todos es sabido que su práctica tiene enormes beneficios para el organismo y la salud en general. Pero también existen algunos riesgos para la salud bucodental en nadadores.
El primero de ellos es que el cloro de las piscinas puede provocar ciertas alteraciones en nuestros dientes, siempre y cuando, por supuesto, la exposición sea muy prolongada. Y tampoco se puede pasar por alto que la práctica de ciertos deportes acuáticos también puede provocar lesiones en la boca y en la mandíbula o dolores en los dientes.
¿Cómo afecta el cloro a la salud bucodental en nadadores?
El cloro es indispensable para garantizar la calidad del agua de muchas piscinas. Elimina todo tipo de agentes patógenos que pueden perjudicarnos, pero también provoca una alteración del pH de nuestra saliva.
No hay que olvidar que la saliva es una de las armas más poderosas con las que cuentan nuestros dientes para protegerse. Si es insuficiente o está alterada, el esmalte y las encías pueden debilitarse seriamente.
Es importante, eso sí, reiterar que el riesgo de que el cloro tenga algún tipo de efecto sobre la dentadura solo se producirá en caso de pasar muchas horas diarias (al menos seis) en la piscina. El uso de estas instalaciones como lugar de ocio ocasional no supone ningún peligro.
Veamos ya cómo afecta el cloro a la salud bucodental en nadadores y cómo se manifiestan los síntomas:
- Sarro del nadador: la alteración del pH de la saliva hace que la boca sea más propensa al ataque de las bacterias que provocan la acumulación de placa, sobre todo en los incisivos, los más expuestos.
- Enfermedad periodontal: una mayor acumulación de sarro, si no se toman medidas de prevención, supone mayor riesgo de sufrir problemas en las encías: gingivitis en primer término y periodontitis en los casos más graves.
- Manchas: la aparición de una coloración anómala en los dientes, generalmente amarillenta o parduzca es otro de los ‘efectos secundarios’ del cloro de las piscinas.
- Sensibilidad dental: el esmalte queda más expuesto al ataque de ácidos, lo que se traduce en un mayor desgaste y, por tanto, sensibilidad.
Otros riesgos más allá del cloro
Evidentemente, no siempre la natación u otros deportes acuáticos se practican en piscinas cloradas. Y, aunque así fuera, el riesgo para nuestra boca no son siempre los agentes químicos. Hay otra serie de problemas que pueden darse:
- Lesiones: hay deportes que se practican en el agua en equipo, como el voley o el waterpolo, en los que existe el riesgo de golpes involuntarios y, con ellos, traumatismos dentales.
- Dolor de dientes: en el caso de inmersiones, el cambio de presión puede provocar dolor si hay aire dentro de los dientes, por ejemplo, bajo un empaste o una corona dental.
¿Se pueden evitar los riesgos?
Aunque los riesgos no siempre se pueden evitar, sí se pueden tomar medidas para neutralizar sus efectos y proteger nuestra salud bucodental:
- Visitas periódicas al dentista: el especialista no solo detectará de manera precoz cualquier problema, también aconsejará las medidas preventivas más adecuadas.
- Higiene dental: para evitar los efectos nocivos del cloro, sobre todo en nadadores habituales, una correcta higiene impedirá la acumulación de sarro. También conviene usar una pasta dental o un enjuague fluorados, que contrarresten el efecto de la acidez sobre los dientes.
- Usar protectores bucales: son especialmente importantes si por el tipo de deporte acuático que se practica existe algún riesgo, aunque sea mínimo, de sufrir golpes en la boca.
Son medidas preventivas mínimas que garantizan la buena salud bucodental en nadadores. Y son muy importantes cuando se practica deporte de manera profesional ¿La razón? Que cualquier problema dental puede repercutir negativamente en el rendimiento físico.
Los especialistas en odontología deportiva de nuestra clínica dental en Xàtiva resolverán cualquier duda que tengas y revisarán tu boca para que puedas practicar tu deporte favorito con tranquilidad. No esperes más y pide ya cita en Clínica Dental Carralero.
