En los últimos años, los tratamientos de implantología dental han avanzado notablemente gracias a nuevas técnicas y nuevos materiales. Sin embargo, y a pesar de que los índices de éxito son elevadísimos, existe un pequeño riesgo de que puedan aparecer algunas complicaciones.
Una de esas complicaciones, la más leve, es la mucositis, que es una inflamación de los tejidos blandos que rodean al implante. Con un tratamiento adecuado es posible revertirla pero, si no se toman medidas, el resultado será un problema mucho más serio: la periimplantitis.
¿Qué es la periimplantitis?
Cuando aparece esta enfermedad no solo se han destruido los tejidos blandos, sino que también comienza a retraerse el hueso que soporta al implante dental. Si no se detiene su avance, puede provocar, incluso, la caída del implante y el fracaso, por tanto, del tratamiento de implantología.
De esta manera, la periimplantitis vendría a ser el equivalente a la enfermedad periodontal en el caso de las piezas dentales naturales. La gran diferencia es que el avance es mucho más rápido en la primera que en la segunda, de ahí la importancia de un tratamiento precoz.
Los síntomas de periimplantitis van a depender del estadio de la enfermedad:
- Enrojecimiento e inflamación de la mucosa.
- Sangrado y supuración.
- Molestias al apretar los dientes.
- Retracción de la encía y pérdida de masa ósea.
- Movilidad del implante.
Por supuesto, es fundamental acudir al odontólogo o implantólogo en cuanto surge la sospecha de poder estar padeciendo este problema.
¿Cuál es el origen de la enfermedad?
Hay varios factores que incrementan el riesgo de sufrir periimplantitis. Pero en cualquier caso, es importante señalar que la incidencia de la enfermedad es muy baja y que el hecho de presentar algún factor no significa que se vaya a desarrollar, siempre y cuando se tomen las medidas correctoras adecuadas. Estos factores son:
- Una higiene inadecuada: la higiene es tan importante como en dientes naturales, ya que los implantes funcionan igual que ellos y sufren el ataque de las bacterias, pero tienen menos mecanismos de defensa.
- Mucositis: pacientes que muestran este problema tienen mayores posibilidades de sufrir periimplantitis si no se inicia un tratamiento adecuado.
- Problemas previos de enfermedad periodontal.
- Enfermedades previas como la diabetes, que afectan directamente a la salud oral.
- Tabaco y alcohol.
¿Se puede tratar?
En caso de periimplantitis, lo más importante es la prevención. Esta pasa por una buena higiene que evite la acumulación de placa y mantenga los tejidos en buen estado y por limpiezas periódicas en la consulta del higienista.
Y por supuesto, es esencial someterse a las revisiones que recomiende el implantólogo. Es este profesional el que va a ir evaluando de manera continua la evolución del tratamiento y realizará las pruebas oportunas para determinar si surge alguna complicación, por pequeña que sea.
Si no se han seguido las pautas establecidas por el profesional y la periimplantitis ha aparecido, es imprescindible iniciar tratamientos cuanto antes. El primero y más básico es una limpieza profunda para eliminar las bolsas periimplantarias, foco de infecciones. También se pueden prescribir tratamientos antibióticos.
Si ya hay daño óseo, es posible actuar mediante cirugía, bien para limpiar la superficie del implante, bien para recuperar la masa perdida mediante injertos o membranas.
El éxito de un implante depende de muchos factores, la implicación del paciente en el tratamiento es uno de ellos, pero también la profesionalidad y la experiencia del implantólogo. Es importante ponerse en manos solo de especialistas acreditados, ellos tienen formación y equipos para valorar las circunstancias de cada paciente y aconsejar el implante más adecuado, así como para realizar un correcto seguimiento en todo el proceso.
En el siguiente vídeo puedes ver en qué consiste exactamente este tratamiento:
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