La mandíbula es parte fundamental de la estructura de la boca y del rostro. Por eso, cuando hay pérdida de hueso dental, las consecuencias van mucho más allá de un aspecto estético. Funciones básicas como masticar o hablar pueden verse comprometidas.
Por otra parte, hasta no hace mucho, el deterioro de la densidad ósea y la pérdida de hueso dental condicionaban y limitaban los tratamientos de implantología dental. Los avances en odontología han conseguido que deje de ser así, de hecho, los implantes ayudan a frenar la degeneración ósea.
Causas de la pérdida de hueso dental
Los motivos de la pérdida de hueso dental son varios y pueden darse más de uno en un mismo paciente:
Falta de reemplazo de dientes
Es la primera y más habitual causa de la pérdida de hueso dental. Explicado de una forma muy simple, los dientes ejercen una presión al masticar que es la que estimula el hueso y permite que se mantenga en buenas condiciones. Cuando se pierde una pieza y no se repone, el hueso alveolar pierde su función y se inicia un proceso de reabsorción ósea.
Si no se toman medidas, en apenas un año se habrá reabsorbido el 25 % del hueso y el proceso seguirá avanzando. No es la única consecuencia, puesto que el resto de dientes se desplazarán para ocupar el hueco, provocando maloclusiones dentales.
Enfermedad periodontal
En sus manifestaciones iniciales es un proceso inflamatorio infeccioso causado por las bacterias presentes en la boca. Si avanza y desemboca en enfermedad periodontal, el deterioro es irreversible. Las bacterias, poco a poco, van destruyendo el hueso alveolar y los ligamentos periodontales. El resultado es pérdida de hueso dental y, con el tiempo, también de piezas.
Mala alineación dental
Una posición de los dientes que no es la correcta hace que las fuerzas masticatorias tampoco lo sean. De esta manera, esa estimulación que necesita el hueso para mantenerse sano tampoco será la adecuada y puede provocar que se inicie un proceso de reabsorción.
Infecciones y patologías
Personas que padecen osteoporosis o diabetes tiene mayor riesgo de sufrir pérdida de hueso dental. En el primer caso el motivo es un desequilibrio entre minerales esenciales para la buena salud ósea. En el segundo, es la periodontitis, a la que pacientes diabéticos son más propensos.
Por otra parte, tumores u otro tipo de infecciones en la cavidad oral pueden ser causa de la reabsorción ósea. Y lo mismo ocurre con traumatismos, en los que un fuerte impacto puede detener la estimulación que necesita el hueso para regenerarse.
Cómo prevenir la pérdida de hueso dental
La prevención es clave para evitar las consecuencias de la reabsorción ósea. Consecuencias que se manifiestan en forma de labios retraídos, de arrugas periorales, movimiento dental y maloclusiones.
Para evitarlo, son fundamentales las revisiones dentales periódicas y algunas otras recomendaciones:
- Mantener una adecuada rutina dental que evite el riesgo de aparición de infecciones o periodontitis.
- Llevar una dieta sana, que aporte los nutrientes que dientes y huesos necesitan para mantenerse en condiciones.
- Reponer las piezas perdidas con implantes evita la movilidad dental y la reabsorción ósea. Hay que tener en cuenta que las prótesis removibles, aunque frenan la primera, no evitan la segunda.
Tratamientos después de la pérdida de hueso dental: implantes y técnicas regenerativas
Cuando se pierde una pieza dental, lo más recomendable es colocar lo antes posible un implante. Tiene su explicación: el implante ejerce la misma función que la raíz del diente, de modo que evita la pérdida de hueso dental.
Si se retrasa el tratamiento de implantología y ya se ha producido una reabsorción ósea, existen alternativas. Los avances médicos permiten implantes con poco hueso en pacientes que, hasta no hace mucho, no eran candidatos a este tipo de tratamientos. Son los implantes zigomáticos, pterigoideos o personalizados.
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Por otra parte, existen técnicas de regeneración para conseguir un mayor volumen óseo que facilite la colocación y el éxito de los implantes:
- Injerto de hueso: la técnica consiste en colocar en la zona afectada por la pérdida de hueso dental tejido del propio paciente o hecho con un material biocompatible.
- Elevación de seno maxilar: es una técnica que se emplea para aumentar la densidad ósea en la zona de los molares y premolares del maxilar superior. Para ello se levanta la membrana que cubre el hueso para crear un hueco en el que colocar material para un injerto.
- Plasma rico en factores de crecimiento: es un compuesto que se obtiene de la sangre del paciente y que tiene grandes propiedades regenerativas de tejidos dañados.
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